LIZ ABRIL

CUESTIÓN DE ESPACIO

No eras de ocupar mucho lugar, excepto en el ropero, claro... ropa, zapatos y carteras. Pero tu cuerpo esbelto no ocupaba mucho lugar. Era raro, en la calle nunca pasabas desapercibida. Pero en tu casa, a veces, parecías invisible. Ibas y venías, la ropa al lavarropas, ordenando cajones, cacerolas, con el plumero en la mano y en la otra el mate. Pensar que fue por vos que empecé con esta costumbre del mate. Ese mismo al que un día le eché sal... para llamar un poco tu atención y que dejaras de echar tierra a mi alrededor. Yo había ido a visitarte no a ver tu destreza con el plumero! 

Sin embargo eso no cambió al pasar los años. Fueron muchos los días que me dijiste: \" venite, así vemos una película\" \" venite, así nos vamos a tomar unos mates por ahí...\" venite...\" Y llegaba y estabas en joggins limpiando y me decías \" cebate unos mates\" Y yo, obediente, te seguía con el mate, mientras limpiabas el baño, el patio, el comerdor, la vereda y uno a uno, íbamos contando nuestros pequeños secretos y nuestras grandes verdades. Por supuesto, que la mayoría de las veces, ni veíamos ninguna película, ni íbamos a tomar mate por ahí.  ¡Igual que los viajes! ¡ me hacías lo mismo! yo me entusiasmaba y hasta preparaba el bolso y cuando llegaba a buscarte, empezabas a contarme todo lo que te había pasado, que uno de tus hijos estaba con fiebre... o que el otro había salido, pero no querías que llegara a casa y que no estuvieras... que teníamos que ir a buscar a la más chica porque estaba en casa de una amiga... que la otra se había peleado con el novio y estaba triste...  Y cuando querías que te llevara hasta el trabajo? Igual! ¡Pasá por acá que ya estoy lista! (eso decías por teléfono) Y yo, inocente te creía. Abrías la puerta (en camisón y por supuesto con el mate en la mano) y repetías que ya salíamos. Nunca entendía el \" ya\", nunca me coincidió con mi noción del tiempo. El \"ya\"... era una hora más o menos. Pero retomando lo que pensaba al principio... no ocupabas mucho lugar, en el auto tampoco, ocupaban más lugar tus cosas, por ejemplo el portafolio, las carpetas, el abrigo. No sé si sería precisamente por todas las cosas, que quedabas tapada a veces,¡como escondida! El tuyo era realmente un trabajo de hormiga, que no se notaba en el día a día. Para los cumpleaños... todo estaba en orden, reluciente, el menú preparado, cada detalle calculado y vos impecable como si no hubieras hecho nada. Y encima con la mejor de tus sonrisas, aunque te estuvieras muriendo por dentro. Hoy... no estás.  Y no puedo explicarte lo grande que es el lugar que dejaste vacío. Hay en todos los lugares que habitabas un tremendo hueco. A todo el bullicio le falta el sonido de tu risa. Es como un pozo oscuro la ausencia de tu mirada triste. Y un tremendo peso en el pecho la certeza de tu muerte. Pero lo peor de todo no es ese tremendo agujero, como un pozo negro, en el espacio físico, lo terrible es el tremendo agujero que dejaste en el alma de los que te queríamos. De todos los que te seguimos queriendo, a pesar, de tu partida.