rodulfogonzalez

Reina

 

A Cruz Victoria

 

            Tú, amada, tan generosa y tan galante, no tienes un trono con súbditos que te sirvan y alfombren de pétalos exquisitos de rosas amarillas, tulipanes, narcisos, orquídeas y flores silvestres de vivos colores, el suelo que tus delicadas sandalias pisan; payasos que iluminen con sus gracias y travesuras tu rostro que tanta ternura delata y es suave como el terciopelo y terso cual la piel angelical  de una niña recién nacida y jardines de mirífica belleza, alimentados con agua de edénico manantial.

            Pero en mi prodigiosa imaginación, amada consentida de las singulares musas que cada día me reconcilian con la poesía, toda tuya, como yo y como el aire que respiro, hay un palacio de sueños que construí para ti y para nuestros diminutos y amistosos duendes.

            Allí, entre el cántico de esplendorosas, cautivantes y juguetonas avecillas disfrutamos de la música de un concierto único que purifica nuestros espíritus, fortalece nuestras vidas y nos transforma en seres felices, bien distantes de estorbosos ruidos y de terribles factores contaminantes.

            En ese palacio, amada vivificante, luz que ilumina mis tormentosos caminos, oasis de aguas cristalinas en mis desiertos de escandalosas arenas, sólo tú eres la reina y yo tu sumiso lacayo que con extraordinaria agilidad cumple tus mimosos deseos.