Alberto Schoelman

Palabras...

Palabras…

 

No sé si digo lo que siento,

No sé si escribo lo que pienso…

Tampoco sé de la distancia que existe

De mi voz al sentimiento.

 

Sé de la precisión de las palabras,

Sé que a veces sobran,

Y otras, tampoco bastan…

Pareciera que sólo  pretenden

Dar rumbo al sentido…

O sentido a la intención del pensamiento.

 

Hay tantas palabras…

Algunas solas y con dirección,

Otras acompañadas y con formas raras,

Unas llenas de emoción,

Otras de personalidades claras.

 

Fulminantes a veces,

Otras, de casta olvidada.

Cuando al pronunciarlas la boca,

A todas parece gastarlas…

Con tonos y colores diversos,

Pero comúnmente perpetuadas.

 

Me gusta pretender que recobran sentido,

Cuando me siento rey,

Creyendo que las utilizo.

Pero en la fiesta de quien las pronuncia,

Puede ser ingrato el desatino,

Ocuparlas para dejar huellas,

Asoma el riesgo de ser utilizado…

Para cambiar el papel,

Por uno más de sus mendigos.

 

Pero me atraen más,

Me mueven otras palabras,

Las que se sienten cuando nacen,

Las que provocan danzas y ritmos,

Esas que sin haberlas aprendido,

Parecieran mi lenguaje más preciso.

 

Esas que tienen de todo,

Y al mismo tiempo parecen nada.

Esas que no se escuchan,

Pero se funden con el alma.

 

Esas que se gritan sin ruido,

Las que tienen arte, las que bailan…

Aquellas que se sacian de entrega,

Que sudan y cortan…

O acarician como una flor,

Pero nunca callan…

 

Aquellas… las que se rinden al amor…

A ese amor que no cabe

y no se quiere esconder.

 

A ese que se desborda y se sale…

Se sale por los ojos, por las manos,

Por las lagrimas y el encanto…

Para ir y venir…

Para siempre volver.

 

Me refiero a aquellas palabras,

A las que parecen repetirse,

Pero no se ensayan,

Que no salen con viento…

Las que dejan huellas que perduran.

Esas que se platican con la piel

Y se confunden con la magia.

 

Para qué palabras pronunciadas

Que se empujan con el aire

Y se aprietan en los labios?

Para qué cuartar expresiones

De la lengua y la tonada?

 

Dejemos que los besos hablen,

Y se entiendan con el alma…

 

Alberto G. Schoelman Ochoa