Melissa Noelia

El Regreso

Vengo del fondo oscuro de una noche implacable,

y contemplo los astros con un gesto de asombro.

Al llegar a tu puerta me confieso culpable,

y una paloma blanca se me posa en el hombro.

Mi corazón humilde se detiene en tu puerta

con la mano extendida como un mendigo

y tu perro me ladra de alegría en la huerta,

porque, a pesar de todo, sigue siendo mi amigo.

Al fin creció el rosal aquel que no crecía

y ahora ofrece sus rosas tras la verja de hierro

Yo también he cambiado mucho desde aquel día,

pues no tienen estrellas las noches del destierro.

Quizás tu  alma está abierta tras la puerta cerrada

pero al abrir tu puerta, como se abre a un mendigo,

mírame dulcemente, sin preguntarme nada,

y sabrás que no he vuelto... ¡porque estaba contigo!