LIZ ABRIL

PERO

Acá estoy. Frente a ésta página en blanco.

Preguntándome si leerás ésto.

Preguntándome si voy a decirte

todo lo que no digo frente a frente.
Ya no te necesito para respirar

o mejor dicho me di cuenta

que puedo respirar sin ti.
Ya no pienso en morirme si no estás.

Porque sé que no es así.

Que no he muerto de extrañarte tanto.
Sé que tal vez, allí,

del otro lado del ordenador,

estás solo, igual que yo.

Pero que tampoco duele tanto esta soledad.

Es soledad por elección.

Porque si uno no tiene lo que quiere

prefiere no conformarse con cualquier cosa.

Yo elijo estar sola.

Porque nada es lo mismo si no estás.

Yo elijo estar sola

porque nadie fue capaz

de hacerme sentir cómo me sentía a tu lado.

Porque nadie pudo encontrar a la mujer

que quedó prisionera de tus brazos.
Ya no duele tu ausencia.

Ya no duele lo que no fue.
Pero... siempre hay un pero

y el pero es como una mala palabra.
No duele pero te amo.
Si, te amo, así de simple.

Así de incomprensible.
Así de rebelde y caprichoso es el amor.
Y si en algo tenías razón fue en decir

que no se pueden manejar los sentimientos.
Es raro... pero...
se que este amor va a estar siempre.
Porque ya superó todos los obstáculos.
Porque murió y resucitó para crecer más fuerte.
Porque no hay nada que pueda matarlo.
Porque está más allá de todo y después de todo.
Incluso después de esta vida.
Te amo, así de libre.
Como eres, como estás, como tú eliges.
Te amo pero... no sé si algún día lo diré...
Te amo pero... no sé si algún día lo sabrás...