Xema

Te conocí…

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Me acuerdo de aquel día

En que nos conocimos

Debajo del árbol de aceituno,

Fue el día más feliz

Y alegre de mi vida

Porque mis ojos

Se llenaron de lágrimas

Al oír tu voz.

 

Me dijiste: ¿Qué haces ahí?

Yo te dije: Me gusta contemplar el cielo

Y las aves que pasan.

Tú sonreíste y te sentaste a mi lado.

Sólo Tú has podido ilusionar mi vida,

Ha querer caminar por tus sendas;

Por tus sendas quiero caminar

Y anhelo el viento que recorre

A través de tus dedos.

 

Me siento cada día debajo del árbol

De manzano,

Veo pasar la agitada señora hora,

Contemplo como sus hijos van detrás

De ella;

Pobre señora que no sabe que en Ti

Está el eterno presente y el amor.

 

Divago por las olas de tus fragancias;

Late mi corazón en el casco viejo

De mis sueños,

Giro la perrilla de la dulce noche

Y te espero en el dintel de la esperanza;

Sólo oigo el correr de los canes

Que rehuyen al señor sueño

Y veo en sus ojos el pasar de mi vida.

 

No vayas lejos,

No te tardes mucho,

No quiero que cuando lleguen las canas

Y mi faz haya cambiado, regreses.

 

Me acuerdo cuando el encino me brindó

Su savia,

La cual me revitalizó

Y me hizo caminar hasta llegar

A la cueva o al escondrijo

Que habías preparado,

Para que viviera eternamente.

 

Solitario pase allí,

Salí en la tarde

Y el ocaso me aplaudía,

En la noche fría

El dulce rocío

De las vanidades

Querían enloquecer

Mis potencias tan ocultas.

 

Me senté con mi lámpara

Y lloré de contemplar

Con nostalgia todo el tiempo

Que he pasado momentos

Hermosos contigo;

Pobre de mí

Como te espero

Con ansías

Y cuanto tardas

En venir.

 

Vienes en la tarde fría,

Vienes en la noche calurosa

Y en la mañana me traes el alimento

Sustentador de la vida.

 

La vida sin ti es triste,

Sólo el amor y la ternura

Encienden el corazón

Lleno de esperanza

Y le ayudan a mantener

La vida encendida y no apagada.