Oscar Perez

Oro viejo

Oro viejo

 

Toco riberas del frío,

toco pestañas del sueño,

de la ausencia toco el leño

que hiela y quema mi avío.

Toco en mi nada el vacío

de la esfera en que habitamos,

toco los años que hallamos

a la vera en que vivimos,

toco aquello que perdimos

porque toco lo que amamos.

 

Era una vida corriente

como son las que más valen,

de esas que luchan y salen

a la calle alta la frente.

Era una vida que siente,

que busca, que arde, que abraza,

la tierra fue nuestra casa,

la noche el más blando lecho

y el amor fue en nuestro pecho

la torre en que todo pasa.

 

Luego, días de alta guerra,

corazones al combate,

el sistema que te abate

y el dolor que nos destierra.

Y siempre una luz que aferra

sus raíces a lo humano,

al sueño, al grito temprano

y a la lucha en que vencemos,

salvo que allí nos perdemos

y alguno soltó su mano.

 

Desde entonces nada nuevo,

navegar sin ver la orilla,

preguntar sin maravilla

qué pasó que sin ti bebo.

No hubo respuesta, me atrevo

a decir que ya ni escuchas,

sin ser tantas fueron muchas

las heridas del silencio,

que ya mudo me sentencio

a rendir todas mis luchas.

 

 

Sólo el recuerdo me queda

y es que el olvido no existe,

ni regreso ni volviste,

pero aún mi llanto rueda.

Más frío que una moneda

el corazón te lo dejo,

que lo dones, te aconsejo,

a quien quiera pan comprar,

que no sirve para amar,

pues sin ti ya oro viejo.

 

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02 07 14