Raúl Daniel

No puedo esperar más


No puedo esperar más

(Isaías, 65: 25)

 

No crean que no pensé

con profundidad estas cosas,

bastante tiempo hace ya

que en ellas medité,

y, aunque la razón no sé,

igual voy a confesar...

 

En esta reunión especial

(a la que no fui invitado)

donde tanta vida hermosa,

en el claro de la selva,

junto al río ha congregado:

¡déjenme participar!

 

Sé que mucho asusté

a los que ya me conocen

y ¡¿quién aquí no lo sabe?!

mi fama es grande y trasciende

todos los continentes...

y hasta los más valientes

¡huyen de mí, si me ven!

 

Pero, tranquilícense...

que no voy a hacerles mal,

es más, les pido perdón

por todo el que ya les hice...

a algunos maté sus hijos...

o mutilé sus parientes...

(¡aún tengo sangre en mis dientes

del último cervatillo!)

Pero... ya quiero parar,

me cansó la condición

en la que obligado estoy...

de cacería no voy

por gusto o por capricho,

créanme que también yo

tengo mi corazoncito...

y a quienes alimentar.

 

Soy alegre y juguetón,

y cuando el hambre no acosa,

toda mi familia goza

de mi apasionado amor...

ahora mismo es que vengo

¡de aparearme doce horas!...

 

Tal vez alguna señora

se pueda escandalizar,

pero, si es que voy a hablar

será sin hipocresías...

¡cansado estoy de mentiras!

 

Ayer fue día de dormir,

pero pasé meditando y me pregunté:

¿por qué es que así debe ser...

¡qué estemos siempre peleando!?...

 

Según se viene contando,

hubo un tiempo en que nosotros

no andábamos matando,

sino que juntos a ustedes

compartíamos la vida,

seas tú, hermana gacela,

seas tú, hermano asno,

y se dice que algún día

toda esa ley que regía

¡volverá a gobernarnos!

 

Pero no puedo esperar,

me siento muy trabajado,

no hallo gozo, menos paz...

y estoy dispuesto a parar.

 

¡Siempre la misma rutina,

acosando a los más débiles

para hacerles el mal...

por ninguno aceptado

y totalmente relegado

de la gran comunidad.

 

Hoy mi clan abandoné,

y aunque me muera de hambre

más daño no pienso hacer;

quisiera que me aceptaran,

no fueran más mis rivales,

mis delitos olvidaran,

¡mis hermanos animales!,

para volver otra vez

y como era al principio:

¡apacentar junto al buey

cómo uno más de los tales!

 

Yo sé que cuesta creerme,

pero no les fallaré...

y por todo lo pasado:

¡soy león, perdónenme!