Río Que flota

La calle

Un perro, abotagado de las lamidas que el concreto le propicia; Marginado del rebullido griterío de lo vano. incapaz de salpicar el sonido artificial de su saliva entintada en las caras de las chimeneas que reniegan su compañía. se agota su instinto lascivo, le ha sido casi arrebatado: A golpes…, a cariñitos que sirven de almohada dentro de los muros de piernas, manos y ojos de la infértil masa que piensa. Un perro, recostado, abotagado, casi muerto.