Raúl Daniel

Voy a seguir amándote

Voy a seguir amándote

 

El tiempo hizo lo suyo y te engordaste un poco,

ya tu cintura no tiene esa tregua a mi cansancio

que le daba su moldura… ya no son globos tus pechos,

y, en tu cara, los trabajos arduos que a mi lado hiciste,

testifican con arrugas los indiscutibles hechos.

 

La vida tiene su precio final que todos pagamos,

los ricos y poderosos, los pobres… aunque no queramos;

los hijos nos cuestan caro…

pero más caro fue amar ¡así como fue que amamos!

 

Tú te entregabas a mí sin reservas ni condiciones,

y hacíamos el amor en forma desesperada,

bebiéndonos uno al otro como si después de ello

¡ya no existiera más nada!

 

Arrebatamos placer ¡hasta de los talones!,

la imaginación tenía alas de mariposa,

mi cuerpo era un delfín… tú eras el mar y las olas;

¡así es como hicimos los hijos!, yo dándote lo mejor,

y tú aún más: ¡dándote toda!

(Dios andaba por ahí, mirándonos y sonriendo,

¡sin descontarnos las horas!)

 

Pero ¡con cuanto tesón! (mientras yo hacía la casa),

tú construías el hogar…

yo poniendo los ladrillos, tú ocupada en amar,

(porque mucho hay que hacer si se procura la paz).

 

Los hijos traen problemas que hay que solucionar,

pero Dios es catapulta que al hombre quiere lanzar,

y, por más piedra que éste sea, al fin ¡aprende a volar!

y hoy, ya somos abuelos…

y estamos por egresar de la escuela de la vida…

(tal vez, alcanzando el cielo…)

 

Y quiero decirte, querida, que en este corrupto mundo

atiborrado de cosas, donde todo es un producto,

donde el sexo es mercancía…

y bombardean tu mente con bellos estereotipos

hasta que, tarde o temprano, les terminas por comprar:

¡Yo no pienso claudicar!...

y voy a seguir amándote ¡cada día un poco más!