Juan Manuel Hernández.

GAIA.

GAIA.

 

Hoy te escribo de nuevo, amada mía,

porque hoy te he vuelto a recordar,

recordé esos momentos de belleza, de

vida, de paz, y de la emoción he empezado

a llorar, porque te extraño, me haces falta,

porque no te he podido olvidar.

 

Al verte así, siento nostalgia de no poderte ayudar,

porque solo soy yo, ¿En qué podría cambiar?

Me siento inútil amada mía, y no quiero verte

sufrir más.

Y no quiero que me digas, que ya es hora de marchar.

 

Gaia, querida mía, mi eterno amor,

se me hace imposible verte sufrir,

se me hace difícil sentir la rabia

del sol; Y no me iré, no te quiero

decir adiós, disculpa mis lágrimas,

es que recordarte así me da dolor.

 

Amada mía, no cierres los ojos aún,

Gaia, aún no me digas adiós,

todavía no es hora de partir,

ya que si te vas, amada mía yo voy a morir.

 

Despertaos Gaia,

mírame y siente mi calor,

sé que todos te han dañado,

pero por favor, ten compasión.

 

Yo te amo, y siempre lo haré,

hasta el fin de los tiempos yo

te acompañaré, viviré por ti,

sufriré junto a ti, y cuando llegue

la hora de partir, dormiré para siempre

junto a ti...

 

Gaia, quiero ver de nuevo tu horizonte florecer.

Gaia, quiero que me arropes con el viento al anochecer.

Gaia, quiero bañarme en tus mares, y en tus ríos saciar mi sed.

Gaia, por darme la vida te quiero agradecer.

 

Gaia, te he dañado,

Gaia te he burlado,

Gaia yo he pecado,

Gaia no me hagas daño.

 

Quiero agradecerte por todo,

y me arrepiento por no saberte

valorar, mi destino es depender

de ti, y de todos mis hermanos

que no te han sabido respetar.

 

Gaia, Querida madre mía,

veo injusta tu decisión,

te he cuidado con mi vida,

¿Por qué tengo que sufrir también?

Extraño tu sonrisa, esa que se dibujaba

al amanecer, cuando todos te amaban,

cuando todos te respetaban,

cuando la brisa desnudaba tu cuerpo,

quitando las hojas de las montañas de

tus senos, haciendo mover tus mares

con olas de total serenidad, y la luna

susurrándote un poema con algo de obscenidad.

 

Gaia, te he dañado,

Gaia te he burlado,

Gaia yo he pecado,

Gaia no me hagas daño.

 

Quiero sentir que me oyes, y que mis lágrimas

en vano no mojan este papel, donde escribo mis

sentimientos, donde expreso mi dolor.

Gaia quiero confesarte, me he enamorado de ti,

de tus fronteras, de tus horizontes,

de tus montañas tintadas con el naranja del ocaso,

y con las hojas cayendo en un otoño alejado.

Me he enamorado de tu amanecer,

de esa primavera con aroma de jazmín,

y más que todo de ese invierno, que demuestra

lo frío que sería mi destino sin ti.

Vacío, no podría respirar, tu grandeza

y tu eternidad, es algo que todos debemos cuidar.

Y espero que mi ruego, llegue al mismísimo Dios,

que te haga reaccionar, para que tu ira no se

desate mucho más, y más aún;

que haga reaccionar a mis hermanos, aquellos ciegos

de sentimientos hacia nuestra madre natural,

para que te valoren, y tu cuerpo lo sepan cuidar,

que te vistan de flores, que nos llenen de olores,

que te pinten de verde, de árboles que adornen

tu horizonte hacia el sur.

Y que te quieran el doble, para que nuestros

hijos aprendan una hermosa lección,

que eres nuestra madre, ya a la vez nuestro amor...

 

Gaia, te he dañado,

Gaia te he burlado,

Gaia yo he pecado,

Gaia no me hagas daño.

Gaia, siempre diré que te amo.

 

Juan Manuel Hernández. 21.