roosevelt007

¡Oh Dragona!

En el ocaso se hace remiso el sol,
mas, en el orto retoma su cetro,
la lumbrera menor cega con la hoce las mieses
de color verde melancólico
y le tiene preparado un escabel pulimentado
al pie del trono.


Le quiero cautivar el sentido a una dragona,
de férreo corazón, que,
a pesar de yo tener el arco y carcaj de cupido,
se enrosca en una gruta medrosa y en furor.


¡Maldita!
¡De forma impune despiertas vehemencia en mi alma!
¡El amor se transfiguró en odio!
¡La razón en feroz instinto!
¡demasiada ciega fuisteis!
¿es que no te das cuenta de mi flamante afecto?


Por eso
en el bridón me montare,
le instigare con mi voz a correr,
y, al arribar en mi morada
procurare solazarme con pingüe vino
hasta que salga este de mis narices...