Darío Ernesto

Llorando estas cielo

 

Bendición en la noche

en silencio , el lagrimeo  del cielo

me hizo comprender, que el origen 

de todas las cosas, sufre en lluvias vertidas

en la obscura noche

en tu día gris llueve  en la tierra, sangran  aletargadas horas

y entre los hombres, se viven horas inciertas

amores y desencuentros

jóvenes quitándose la vida

desangrando sus tiernas venas.

Un hombre enamorado, de una mujer infiel,

sembrando amores entre cizaña

crímenes pasionales, violencia de genero,

las maldades de Caín sobre Abel.

Todos somos hermanos

entre tu y yo,  nada de fronteras prevalecen

así pasan las eternas melodiosas horas.

Llora el cielo, y desde mi extremo no brilla la luna

olvidase  mi alma de todo cuanto resplandece.

Pensar que somos universo, de belleza infinita

que eternizamos el fulgor, en pensamiento de vida eterna.

Así como pasa el rio en su andar imperceptible,

pasa la vida

siendo todo un suspiro,

miradas perdidas en las centurias

llora el poeta, lloran los arboles cuando asecha el hombre

y mueren los nidos de todos los alados seres

llora el cielo, pues el hombre devasta todo a su paso

para construir sueños efímeros y pasajeros,

llora el cielo por los inicuos fallos, 

pues ya no se apedrea al malhechor,

se pagan fianzas, inmundos jueces corruptos

sometiéndose a  pensamientos globalizados

sucumbiéndose a sus juramentos

en  su proveer, será justicia

modernismo que cercena, vara con que juzgan 

así serán juzgados, ellos mismos.

Llora el cielo, y llora mi pecho, pues el corazón está herido.

hoy este día, el mundo esta de fiesta por un hermoso y apasionante

juego de pelota

mientras en Irak se gesta dolor por ataques de otros países en

bombardeo.

Llora el cielo, pues nada hemos aprendido, del amor sin egoísmos

muere el justo a manos de pecadores

Inocentes niños sin festejos y bienvenidas

¿Quien dijo, que Dios nuestro, no gime y llora?

Si lo hace en torrenciales lluvias, recordándonos con el arco iris

jamás aniquilarnos con un diluvio,

en su amor, en su gloria, la tierra gira, y no será tambaleada

su máxima creación, de extrema y única belleza.

 

Autor: Darío Ernesto Muñoz Sosa