ANEUDIS PEREZ

CULTIVANDO ROSAS BLANCAS (dedicado a todos aquellos que quisieron destruir mi jardin)

CULTIVANDO ROSAS BLANCAS

 

La tierra de mi jardín

la traje del camposanto,

está repleta de espinas,

de helechos, cactus y cardos.

 

En ella sembré mil rosas

y les presté mis cuidados,

como un buen floricultor

las regué enamorado.

 

Dediqué a ellas mi tiempo,

mi poesía y mis brazos,

las abone en amistad,

las adorné con halagos.

 

Mas el fantasma de la envidia

siempre me estaba acechando,

y un día me fui a dormir

y alguien se metió en mi campo.

 

Y sembró allí cardúmenes,

sembró odio y desencanto,

sembró cizaña en mi tierra

y se escondió tras del prado.

 

Desperté y vi las peñas,

los piedrotas y el vil daño,

el que sufrieron mis rosas

las que tanto hube amado.

 

Y allí me puse a llorar,

a lamentar mi fracaso,

a tratar de olvidar

todo ese dolor causado.

  

!Oh cuan difícil tarea

mi enemigo me había dado!

la labor de reempezar

con mi jardín destrozado.

 

Recibí de Dios paciencia,

paz, compasión y su mano,

y uno a uno arranqué

de mi tierra todo el daño.

 

Los cardúmenes los pusé

a las afueras del campo,

al odio le inyecte

todo el amor que había ahorrado.

 

El desencanto torne

por la alegría y el canto

la cizaña la quemé

y sembré trigo en el prado.

 

Mis lágrimas las tome

y las regué esperanzado

por mis rosas, por mis flores,

por mi jardín tan amado.

 

Y un milagro sucedió,

todo me fue restaurado,

los pajaritos vinieron

y los trinos comenzaron.

 

Los conejitos, abejas,

insectos ya habían poblado

con su esencia mis caminos

y la calma hube encontrado.

 

Ahora cada mañana

el sol sale con el alba,

y yo despierto tranquilo

y cultivo rosas blancas.

 

 

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