La arena se desliza entre mis dedos mientras camino a la orilla del mar con mis pies descalzos y un corazón quebrado. Voy rumbo a lo desconocido, a los que muchos buscan y pocos encuentran: un lugar donde le dificulte la entrada a la tristeza y la felicidad abunde. El sol se esconde en el horizonte, y mi esperanza va disminuyendo. La armonía del oleaje rodea mi cuerpo sereno y la marea sube, ahogando mis pies con la blanca espuma, que al bajar la mirada desvanece para no dejarse ver. Pasan las horas y la luna, cómplice del destino, se burla de mi. En la distancia te veo venir, y no imaginaba que fueras tu quien me haría comprender que ese lugar solo existía junto a ti. Intercambiamos palabras, tus labios rocé y el sol volvió a salir. Caminamos de mano y me dijiste “me has robado el corazón!” Con estas palabras curas todas las heridas y le cierras las puertas al dolor. Construyamos un castillo de arena donde no exista desconsuelo ni dudas. Serás por siempre mi tesoro, y yo tu pirata.