Guillermo Osorio

PEQUEÑA CHARLA DE MEDIANOCHE

Cuando me preguntó si el amor era de durar,
que excusa le iba a decir para no verla llorar.
Fue entonces que inventé un menú a los desamores,
entre ellos canciones, disparates y un par de licores.

Y después de un tiempo ella por fin me dio la razón,
y es que a veces es mejor jugarle engaños al corazón.

Y me comprometí a decirle que el olvido nunca está de luto, 
que las caricias son cicatrices y un beso no es contrato absoluto,
que la guerra es sinónimo de cama y hay deudas impagables
en las andanzas sabáticas que se declaran culpables.

Yo intenté que nadie le pague un sueldo a la soledad,
cuidarla por más que mañana nada sea de verdad.
Le dije no te apures, no vales mas por estar desnuda,
porque igual en el espejo siempre cabe una duda.

Y las heridas cuelgan sus medallas de batalla y el engaño sus chantajes,
cuando en las lunas de miel se olvidaron de cargar amor en los equipajes.

Cómo hacer para contarle que enamorarse es un pecado,
que soñar no está prohibido y la nostalgia sabe a pasado.
Cómo enseñarle que la fuga es el traje de los amantes,
que ya nadie ama como se amaba antes.

Y es que hay cosas que aunque duelan valen la pena decir,
pero existen personas que prefieren una mentira y fingir.

Por último le dije que la farmacia es buena consejera,
que grandes promesas de amor hace cualquiera.
Y ya no quise retenerla, me dijo “llámame un día de tu vida”
esta pequeña charla de medianoche la terminamos a escondidas.

Y después de un tiempo ella por fin me dio la razón,
y es que a veces es mejor jugarle engaños al corazón.