Raúl Daniel

El Presidente

El Presidente

 

I

 

- ¡Buenos días mi presidente!,

¿Cómo ha pasado la noche?,

levántese y desayune…

¿Qué quiere que le prepare?

- ¡Ay, má!… pero, ¡que pesada!,

dejáme seguir durmiendo,

que anoche estuve de farra…

- No… mi príncipe, mi rey,

que está por venir su padre,

y sabe el lío que hace

si lo encuentra en la cama.

- ¿Qué hora es?... - Más de las once,

¿Qué vas a desayunar,

leche, pan con manteca?,

también tengo mermelada…

- ¡Ay, má!… pero, ¡que pesada!,

eso es para los bebés,

¡hacéme unas empanadas!

- Bueno… pero apuráte,

que quiero cambiar tus sábanas…

y, ¿por qué fue la fiesta anoche?

- Por Pedro, que se va a España…

 

II

 

- ¡Hola, mi amor, contáme

como te fue en el trabajo…

- Y… ya sabés… como siempre,

¡aburrido y pesado!,

pero servíme ya, que tengo hambre

y quiero comer caliente…

- Hoy hice lo que te gusta,

asado al horno con papas…

- ¿Y… por donde anda ese vago?...

- No hables así, que es tu hijo…

- Yo hablo como se me da la gana,

no estudia ni trabaja…

- Muy bien sabés que no hay nada…

- ¡Podría haber si buscara!,

pero tiene una mamáaa

que todo el día lo consiente,

y como si fuera poco:

¡le encubre hasta su vagancia!

- Eso es una mentira,

la tenés con el muchacho,

es muy joven todavía,

ya encaminará su vida…

- ¡Por favor, yo, a su edad,

ya te había embarazado,

teníamos una motito

y construíamos esta casa!

- No te vayas, terminá…

- ¡Se me cortó el apetito!

 

III

 

Han pasado ya seis horas

desde que le avisaron,

y camina en los pasillos

del hospital urbano,

se pregunta que hizo mal,

¡si apenas es un muchacho!,

¿por qué se demora Juan?,

¿será que se curará?

Seguramente alguno

lo instigó a delinquir,

porque él sería incapaz,

o a lo mejor lo drogaron,

¿de dónde sacó el arma?,

¿cómo fue que disparó

a un sereno de guardia?,

mil preguntas, su cabeza

trabájate que trabaja;

y su marido no viene,

se fue a la comisaría

a saber lo que pasaba,

y ella en el hospital,

meta rezar para que

le extraigan bien la bala,

a su nene presidente,

a su rey. Y su cabeza

recuerda de su marido

Juan, las palabras

que día a día le hablaba:

- “Va a terminar muy mal,

mirá con los vagos que anda,

que se levante temprano,

que vaya a recorrer las fábricas,

que lo mimas demasiado,

que ya le sale la barba,

que si es un presidente:

¡Un presidente trabaja!