Hija del Sol

TU PRESENCIA EN MÍ (lislis & Jareth)

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TU PRESENCIA EN MÍ


Buscándote sin desearlo e incrédula de una presencia,
fui encontrándote y sin saberlo, caminando contigo,
topándome en cada estación de la vida, con tu esencia.
Hoy, entiendo que mucho he aprendido: ¡sí existes, amigo!


Siempre a mi lado estabas llena de paciencia
y yo sin saber de tu gran aprecio para conmigo,
sólo disfrutábamos al máximo cada experiencia
y fui tu pañuelo, tu consejero y tu abrigo.


Tu fuerza en tu andar, fue inundando mi ser
y de improviso, empezaste a ser mi luz y mi guía,
porque jamás, nada te ha podido detener
y en mi ciega manía, me alcanzó tu sabiduría.


Yo todavía no he logrado entender
tanta generosidad y simpatía,
yo solamente suelo agradecer
los momentos tan lindos que me das día a día.


Hoy, tengo tantas cosas por decirte...
pero el tiempo se me va inclementemente,
él, no puede esperarme y en su afán, deseo escribirte...
y liberar... notas agradecidas, vehementemente.


Notas que las convertiré en canciones,
serán mis melodías predilectas,
con ellas mi corazón tendrá mil emociones
y vibraciones tan perfectas.


Sin saberlo, tú y mucho menos yo, anidaste en mis días;
hiciste de cada tormenta, una sombrilla de nubles algodonadas,
de cada furia ruinosa, un mágico refugio, quien lo diría,
derramando mil silbidos de luz... en ésta, mi vida errada.


Tú, con tu trato especial... Esa delicadeza
con la que siempre ablandas mi corazón,
ésa, que me quita de un tirón la tristeza
me hiciste entrar muchas veces en razón.


Tu sabia mirada fue allanando espacios en mi alma,
haciendo de cada imperfección humana,
la más perfecta faena, en un océano sin calma
y en tu voz certera, ella, la paciencia, la \"artesana\".


Construimos pilares desde las nubes hasta aquí
y en cada una abrimos sucursales
y hoy sé, que nuestra amistad no tiene fin,
que no se romperá como los cristales.


Entendí que tu existencia en mí era ineludible;
hoy, necesito tus manos de labriego en la vida,
añoro, ese palpitar de sabiduría indiscutible
y deseo, que tu sonrisa, siempre me dé la bienvenida.


Mi sonrisa siempre estará abierta
para improvisar horas de felicidad,
en ella, no encontrarás una puerta...
nada que obstaculice nuestra amistad.


Amigo, que nada en la vida detenga tu caminar
y en su intento, que se sequen todos los ríos...
o el viento se asfixie, si tan sólo lo llegase a intentar.
Que tus sueños, siempre iluminen... instantes sombríos.


Amiga, que en tu andar brille la paz,
que tu alma nunca sienta ni un poco de frío,
que mis palabras blancas vuelen a donde tú estás
y que tu porvenir, sea siempre mejor que el mío.


Autores: Lisbeth Camargo (Venezuela

y Jareth Cruz (Costa Rica)

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