Xochiketzalli Miztli

La piedra verde

El corazón, con ese enorme hueco desde su ausencia

crecía día a día así como mi necesidad de él,

cada mañana se volvía más insoportable con tan sólo saber que no le vería una vez más.

Sentada, pensando en mi ansia por verle, abrasarle y sin duda alguna

también besarle.

Pensar en cada segundo juntos dolía,

y dolía porque quería revivir cada momento a su lado,

él me amaba, puede que hasta más de lo que yo a él

pero aún así no estaba dispuesta a seguir sin su compañia,

su aroma, su cariño y su  intensa y fascinante mirada penetrando la mía.

El abismo en mi pecho se agrando, automátimacente llevé mi mano a la zona de dolor

me topé con esa piedra verde,

ese hermoso jade que colgaba de una cinta negra en mi cuello.

Él me la había obsequiado; tocarla era como tenerlo cerca,

podría decir que se trataba de una pidra mágica

porque parecía  contener su aroma, sus caricias

inclusos sus besos, ¡sus besos!

Puede que no estuviese conmigo, pero esa piedra verde aminoraba el dolor de su lejanía,

por ello jamás la dejaba, siempre debía estar conmigo, porque...

el jade era como su alma junto a la mía, 

y la atesoraría eternamente.

 

 A Oswaldo P.G.