Donaciano Bueno

De Valencia a Madrid

La vida es breve y se pasa

como si fuera un desliz

siempre buscando el barniz

de esa especie de melaza

que es el mundo. Y de aprendiz

hasta que el cuerpo se abrasa

pasa moviendo la brasa

caldeando muy feliz.

Voy de Valencia a Madrid

en el AVE ¡qué pasada!

ni un ruido, no se oye nada,

raudo como una perdiz.

Es un vagón de primera

no se ve la carretera,

la vida aquí es placentera,

-ya no existe el traqueteo,

que provocaba el mareo-

el tren se llama Adaliz.

Es un viaje confortable,

voy recostado en mi asiento

no se escucha a nadie que hable,

ni un suspiro, ni un aliento,

cada eremita en su ermita,

uno escribe, otro dormita,

pero dentro nadie grita

ni se oye un solo lamento.

El tren llega a su final

es un soplo un dulce acento,

como lo he visto, tal cual

lo he vivido te lo cuento.

Ya llegué a la terminal

me levanto en un momento,

justo el tren llegó, puntual,

al mismo ritmo que el viento.