Esperpento

Al otro lado no merece la pena

Al otro lado del desamor, ¿quién me espera?,

¿otro yugo?, ¿un jardín?, ¿otra cárcel?...

No arde el fuego en mi boca,

pelear por mí no merece la pena.

Mi saliva me pesa demasiado en las ideas;

el corazón se me ha hecho de roca;

el cielo de mis cristales se nubló hará tiempo,

tanto que, en el reflejo de sus sombras,

veo el otro lado de las cosas...

Y te diré que no, que no merezco la pena.

Y piso la yerba que un día cubrirá mi tumba

porque eso es vivir: pisar firme la tierra.

Piso mi alma por no pisar la tuya;

al otro lado de mi desamor no hay amor que valga,

no hay dolor que merezca la pena.

Nada merece la pena. Al otro lado

duele todo y nada queda al otro lado.

Todo muere al otro lado:

el pasado, al otro lado, olvidado,

no merece la pena. Muerto.

Si lo matas con el olvido tampoco merece la pena

cruzar al otro lado.

No quiero el amor, el desamor ya no duele demasiado;

y te diré que no, que tengas cuidado,

que mis ojos no brillan al pisar la arena,

que no quiero sentir otra vez por alguien tanto cuidado,

que no quiero darle lo poco de mí que queda,

que para ti no merezco la pena.

Mejor negarse a ser amado...