Luis Estrada Chiang

Elipse para Argonauta y Luna

Recuerdo, los mares besando el vientre de la noche,

la estela difusa que se pierde en cada roce de la piel

los códigos musicales de misteriosas caracolas,

y el eco de su respiración.

 

¡Ella, soñó en mí, navegó mi piel, luego se fue!

¡Yo, humildemente anclé! Encarnado en la luna por siglos,

siempre llena y sonriente.

Sin estrellas avivando su vestido, bordado con hilos infinitos.

 

Y cuando las lumínicas brillan, se esconde en el misterio de mandalas, 

tras constelaciones de gaviotas, 

donde saltan los peces y el tigre asombra los cielos.

 

Otra noche, vi su barca en puerto peregrino,

provocando en mi pecho la esperanza fluctuante

en la gélida espera de sus ojos que calienta mis mañanas.