Jose Maria Gentile

La vida en un alerce

 

Soñé un alerce nuestro,

cubrió con su sombra el mundo nuestro,

nos guareció de las tormentas,

dejó pasar solo los rayos y nuestros cuerpos,

convertíanse en Sol,

de cálidos veranos

y en Luna

de las noches de brillo.

 

Soñé un alerce abrigo,

como ave en su nido a sus pichones,

amamantó nuestro amor;

un fulgor, otro y otro de tu vientre

tierno, suave, cautivante,

multiplicó la vida

arrullándonos con el viento de la pasión.

 

Soñé un alerce robusto,

entre ambos retoños con nuestra voz,

y melódicas ramas sonoras, nuestra canción:

una niña de atolondradas sonrisas

y un grito de corajudo pecho, hecho varón.

 

Soñé un alerce que nos cubría del frío

que el viento nos daba vueltas en derredor,

y en el ocaso,

las cortezas que crecían rumbo al cielo:

 seguíamos siendo luna y sol.