Raul Gonzaga

El alma de la mujer

El alma de la mujer, tan inmensa como el mar,

Tan inmensa como el cielo, más profunda, mucho más;

Entre sombras que aparecen de pasiones y deseos,

De caprichos, de malicias, de temores y de sueños;

 

El alma de la mujer, tan sutil y tan extrema,

Nunca deja de ser niña, siempre coqueta y risueña;

Nunca olvida ser demonio que te encadena y te mata

Que te expulsa con violencia, mas con dulzura te atrapa;

 

Nunca deja de ser diosa, con la vida en sus entrañas,

En el día siempre ausente y en la noche fatua llama

Que te jura amor eterno, que se agita, que se inflama;

Pero un nuevo amanecer, otra vez te la arrebata;

 

El alma de la mujer, de la duda siempre es causa,

Del placer siempre, raíz y del dolor, sal y lágrima;

En tu mundo tan cambiante en tu inestable querer:

Eres la cruz del camino y también, eterno Edén…