Murialdo Chicaiza

EL VELERO

  

Te mueves sobre las olas como paloma marina

el viento te lleva hacia el quieto horizonte

en busca de nuevas nubes, de gaviotas vaporosas

 de cantos de sirenas, de algún dios sin su pedestal.

 

Tus velas son blancas como debe ser el refugio

donde deben morar los seres con alma.

Vas en vaivenes, las olas te acarician en arrullos de sal

 en peces que no evades, en corrientes marinas.

 

Y me voy contigo para saber por primera vez

si la libertad existe, si tiene nombre o rostro

si los dioses ya no nos acosan, si no hay temores

que lastimen nuestras gargantas, nuestros sueños.

 

Llévame velero a la patria del sur, lejos,

 llevemos una blanca bandera, naufraguemos en la tibieza

de los mares verdes, impolutos  y azules.

Que no haya otra luz que la de las mañanas.

 

Que no haya otro ruido que no sea el rumor

de las olas golpeando en estribor, el latido

del tiempo y la visión de la neblina besando los aires

que no haya otro final que la llegada a ningún puerto.