santos castro checa

ESTAMPA SILVESTRE

 

El hombre se apresta a la faena, la mula del arado tira;
niebla gris abraza a la comarca,
y despierta a la crisálida en su lecho.
A la fecunda tierra sus granos de mies irradian,
el sudor perla testuces, refresca al gollete un emoliente blanco;
las garzas crotoran muy de cerca, revolotean
en la espera de un grillo libre que salpique el arado, la ruda mula;
el labriego viste de blanco a su sonrisa de campo;
salta el sol entre las nubes, el cielo ha despertado.

¡Hay mansedumbre, tierra y arado, mula y labriego!

El ruiseñor, posado en las zarzas, teje su nido;
gaviotas y garzas, al riachuelo, por su presa prestas;
los algarrobos apañan sus sombras y se cubren de plumas al viento,
de gráciles trinos, de agudos graznidos y crotorar de los cielos.
¡oh! Las cigarras se han dormido y la luciérnaga del bosque fresco.
Ya no aúllan los coyotes ni plañideras de la noche;
ya no recitan los abuelos las historias de hombres-lobos;
ya no tira, -del rio, piedras, el duende verde al rojo tejado.

Es un nuevo día que abre sus puertas a la vida.

El labriego asido del arado vibra y esparciendo las semillas frescas,
tras las rejas del rústico arado ¡ mozalbetes de la comarca!
La brisa de la mañana se va yendo, volando con cristalinas alas,
su rocío se ha quebrado ¡Es mediodía!
Calienta el sol como yesca de mudos hornos.

Llega la noche. El gañan y su ruda mula retornan al hogar,
el labriego prieto a su jacal de fuste y de fogón,
la ruda mula a su corral de heno y de listón.

Autor: Santos Castro Checa

Ahmed Krentel
Mallares – Perú

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