srakkin

Cuando el amor se vuelve gris

Me comí una desconfianza que no puedo digerir
 y se expande como nube deprimida en mi barriga,
se cola en mis vías sanguíneas hasta el corazón
lo retuerce, relaja, llora hasta rasgarlo con mis costillas.

Rebotan las extremidades de la desconfianza
por todo mi tórax, incluso rasguña mi garganta
para forzar las lagrimas frustradas, frías y cálidas.

Resiste joven resentido, aguanta un poco más
no de esos pocos en gramos o litros, un poco
de esos sentimientos agradables, no,
de los sentimientos aventureros y temerarios.

Resuciten colores, revivan con esplendor,
¡Vuelvan! Que yo me enamoro de los colores
de una mujer no de sus mentiras...
Vuelvan, de verdad los necesitas.