Lea Guillen

...se encontraron en la Calle Reggaetón


...se encontraron en la Calle Reggaetón. No llevaban más que sus máximas y sus mínimas, apostrofados por la hierba dulce secada al freezer. Eran el viento y el hijo del hijo del son: aumentaban de peso como de precio, estrechando, deshaciendo, consumando. Héroes de un silencio subliminal, rompiendo camas a lo Pink Floyd -ni una palabra de más-, estallando como nafta, aprendieron a saquear el tintero, sudando cal. Como el azar, indómitos. Graduados en morbo, en natura y en talar. Rodando, erosionando, abrazaron el lado caótico del sol, se mordieron como jugando, se amaron como raspando, se olvidaron equivocando. Amaron la trama, cerraron el libro, soñaron al Flaco, la misma noche en que la vida los llamó pan. Sangre inquieta, cambio y siempre dar. Ella, sola, soplada en barros, de Belén a la Bahía que un día la fue a moldear. Exquisita tiburona de todo verbo sin cesar. Sin frenar. Sin callar. Él, ambiguo, atado a los fierros del ser, del suelo al cielo que lo vio crecer. Austero criminal del silencio, bruto valle del despertar. Comenzar, desatar. Engañan la muerte en cada risa, en cada esquina esquivada, en un sorteo sin prisa. Dibujados, sazonados, adobados por el clima -y por el clímax-, condenados por la gris materia que los vio llenar, llenarse de llorar.
El cambio, inmóvil, los vino a emborrachar. Estarán. Serán, y la cima los inundará...

 

 

Graduados
diciembre
2013