Gustavo Martinez Deschamps

AGOSTO

Soy la crucifixión en la cúspide,

Sansón con la ceguera entre columnas,

y al vano susurro de la estirpe,

vive el corazón que ama la guerras,

que pies le sangran en un tapis de rosas,

que ama las cosas más allá de propias cumbres,

y ama el dolor en que se nutre la belleza.

 

Oh Agosto… agosto escultor del pecado,

portador de los ojos que fijaron tu rastro,

domador del silencio que sucumbe la esencia,

de los cuervos que llueven por tu recuerdo,

y de mi cuando imagino tú beso,

y de mi sobre ti, sobre un cortejo dentado,

y de mi sobre mí, a vuestro ramo de atrezos.

 

Pero ¿que mi mujer no yace en la casa?

esperándome aromática y desnuda,

sumergida en un baño  de hiervas hirvientes,

aun portando belleza y placer con que simula un escueto…

¿entonces porque? agosto tu recuerdo humedece mi boca,

¿porque a razones buscadas soy un enfermo esclavo del tacto?

¿por qué la ilusión y el calvario se fusionan en tu cuerpo?

Tu cuerpo; cual blanco denudo a mi beso en el dardo.

 

...

 

que me toman por desertor de sus principios, susurran acusatorias,

¡que me prive el señor de mi miembro para exhalar el yo!

pero mientras me pueda ahogar el placer… ¡que se jodan sus fierros!

pero no voy a darles adiós, ni la locura por gloria.

 

Porque aun puedo llegar a casa proclamando a voz alta el amor,

y mirarla a los ojos mientras, sobre su desnudes se hace de sudor un caudal,

aun, dejaría mis dedos como caución de serle fiel en ese efímero instante…  

porque todavía mi descender sobre su césped del pubis es puro.

 

Más no pido que entiendas mujer, que soy bestia distinta y que gobierna la noche,

que al salir, la varianza mi espalda rasguña, y el recuerdo de agosto chamaras adereza,

más me encanta que finjas la augura, y somnolienta mis retaguardias abrases,

y sigas en hambruna al placer… sin perderte en agosto, sin tramar la venganza.