Poeta-Maldito1976

LA CIUDAD PROHIBIDA

Me despierto en una pequeña bolsa. Vacía de mí mismo pero llena de 24 horas. No siempre conectadas por calles pero gemelas unas de otras.

 

Las bodegas que crecen debajo de mis párpados se han agotado de tanto servir vino, los clientes que en ellas se emborracharon pensaron que la barra libre era hasta el infinito.

 

Mi alma llena de grillos a medida que camina, llora y se desnuda. La Ciudad Prohibida, disgustada, tampoco lo disimula. Mis heridas están cicatrizadas pero su odio sigue fresco. El viento del norte las recorre y después tropieza conmigo hasta que mi alma aúlla al sacarse cada cuchillo.

 

Aquí resido. Rodeado, inundado de santos, en una ciudad de cuatro paredes, hermética y sin ventanas, donde hace ya tiempo que la Estrella Polar dejó de alumbrar con su brillo. Aquí, a veces soy un emperador aunque lo normal es que sea sólo un mendigo.

 

Los guardianes todavía resisten, indomables, soltad al kraken, pero fallan tanto como me protegen,  ante un cuerpo de madera de nanmu, berserker, suicida, cicatrizado para mí y que ahora vuelve a recordarme que no me sobra la sangre, ataúd podrido, qué solo me encuentro, porque sólo te tengo a ti.

 

Llueve con fuerza y mi corazón está empapado. Él sabe que aún me puede perdonar; tal vez por eso aún no se ha apagado.

 

Antes los barrotes que me detuvieran no existieran. Ahora los barrotes de mi propia cárcel los creo yo, son de hambre: de vida, de libertad y se esconden en la Colina del Carbón.

 

Nadie sonríe al cruzarse con el último minotauro del laberinto.

Hace tanto que no he visto amanecer que quiero ver cómo el sol muere conmigo.