Raúl Daniel

Secretaria

Secretaria

 

Estás frente a mí todo el tiempo,

secretaria... compañera...

de tu escritorio, por debajo,

tus piernas juegan a marearme...

y yo tengo que esforzarme

para concentrarme en el trabajo.

 

Eres confiable, accesible y reservada,

eficiente y permanentemente

a mi servicio entregada;

te miro (cuando no me miras)

y veo en ti, más que un ángel.

 

Yo pretendo hacerme el serio,

pero tu humildad me seduce,

tu suavidad doblega

y, poco a poco, me llevas

a un agradable trato

de ternura sutil...

 

Y sé muy bien...

lo que pasará al fin.

 

Cuando nuestras manos

se rozan “accidentalmente”

o nuestras miradas se chocan

o un rictus cómplice

me hace tu boca,

el fuego de nuestros pensamientos

nos sonroja, y hasta nos delatan,

del sudor, algunas gotas...

 

Tú sabes que soy casado

(pues somos algo confidentes),

jugamos a ser amigos

y hasta nos hacemos regalitos...

hoy trajiste una blusa transparente

y es de encaje tu corpiño...

 

El rulo que se cae por tu frente

traspasa la última barrera

de mi pobre, endeble voluntad...

y te invito a almorzar.

 

Dices que sí...

y los dos sabemos

lo que pasará al final.