Oscar Perez

Desde las ruinas

Desde las ruinas

 

Nada que decir, nada que darte,

sino el amanecer en el que siempre te bendije,

las olas con que el mar cantó tu nombre

y el aire que respiro para estar en tu gentío.

Nada que hablar, nada que contarte

sino el estrecho son de cada día que, acezando,

transito hasta llegar al nomeolvides de la noche,

al fuego de un lugar en que sorprendo mi alegría,

danzando con tu piel en un recuerdo que me quema.

Nada que amar, sólo lo amado y que resiste,

pese a esta soledad de músculos que extiendo,

de libros por abrir, de mesas para un pacto

entre mi pan y yo, entre las copas que me esperan

y que ni bebí ni bebo si a solas me comprendo,

un pacto de esperar por la más bella de las noches

y entonces repartir con ese pan el cuerpo y alma.

Nada que amar, sólo el amor que no termina

porque un adiós decida ver partir nuestros caminos

o darse a la impiedad de sollozar cuando no miras

y siempre bendecir el compartir desde este lejos

el mutuo corazón en que pudimos ser felices.

Ya nada más, salvo esta esquina en que comienzo

desde las ruinas a buscar el todo nuestro en que callamos.

 

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11 04 14