Murialdo Chicaiza

ODA A LA CIENCIA

Es en la noche de las creencias donde nacen

los terrores de las mitologías,

desolados monstruos que aún gritan.

Fantasmas divinos, imágenes nuestras

que parimos en la sordidez de la desolación

en la ceguedad de los atajos.

 

No quiero oír sus voces ni ver aquellos

tristes rostros tras las máscaras, no quiero

sus maderos en el naufragio, venga el dolor

venga el frío, que yo solo me salve.

 

No necesito promesas de ultratumba

lamentos y pañuelos  en el reino de Hades

Soy de este mundo, no me interesa el cielo

He pasado demasiado tiempo en el infierno

como para merecerme otros fuegos.

 

Alabada sea mi diosa y su esbelta frente

quiero su tierna calidez, ser su discípulo

quiero el sudor de la búsqueda, quedarme ciego

intentando mirar su esencia tan clara

tan lúcida, amo sus cabellos de papel

su precisión pulida, su ritmo trasnochado.

 

Y allí están sus  amantes mirando

desde los siglos como tributo al método

a la incesante búsqueda de la verdad

iluminan la noche, espantan a las fieras

ahuyentan los ídolos, los quebrantan,

y sobre el polvo que se esparcirá

levantan el edificio de la hermandad.