Diaz Valero Alejandro José

Lluvia en el pueblo



Llovía a cántaros
en el pueblo,
todo era un caos
en aquel inverno,
cosechas perdidas
relámpagos y truenos
era seria amenaza
para el cautiverio;
pero todos felices
por todo aquello
nadie oraba al padre eterno
para el cese de lluvia
en aquellos predios.
La lluvia seguía
y la gente del pueblo 
no mostraba miedo.
Resulta que esa tarde
me contó mi viejo
que se casaba Sophi
la hija del dueño
de aquellas haciendas
más grandes que el cielo.
Allí trabajaban 
muchos jornaleros
que ella humillaba
con rabia y sin freno;
les decía asnos
faltos de cerebro
y a los más pequeños
les decía borregos
y a las mujeres
piltrafas de cuero
nadie se escapaba 
de sus improperios
por el solo hecho
de tener dinero,
por eso la odiaban
con sobrado empeño
y no había en ninguno
ni pizca de afecto
para aquella chica
de gesto grosero.
Pero aquella tarde
tal vez sin saberlo
el pueblo gozaba 
aquel aguacero
porque el casamiento
no había como hacerlo
y quedó la niña
de vestido y velo
y hasta el pobre novio
que era de otro pueblo
casi la deja viuda
en aquel enredo
pues cruzando el río
que estaba muy lleno
zozobró la barca
y todos se hundieron
y aunque hubo algunos
que lo socorrieron
por el gran pantano
de aquellos terrenos
saliendo del río
con gran desespero
lo mancó una raya
en el pie izquierdo
y hubo que llevarlo
con su smoking negro
a un cetro de salud
que quedaba lejos;
y Sophi llorando
con la vista al cielo
con la trompa larga
y estirado el cuello
decía ¡Dios mío!
¿Porqué me haces esto?
soy tu hija, señor
y no lo merezco.
Los peones de la hacienda
oyendo sus rezos
aguantaban la risa
que tenían por dentro
mientras tanto la lluvia
seguía cayendo
y a nadie en el pueblo
le importaba eso.



Autor Alejandro J. Díaz Valero 
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Maracaibo Venezuela