kavanarudén

Fino compás de mi caminar sereno




La brisa fuerte despeina mis sentimientos, haciendo que se caiga mi sombrero de  paja, entretejido de recuerdos. Me agacho para asirlo, pero se me escapa entre mis manos. Lo veo perderse en el horizonte.

Sensación extraña en mi interior siento. Como si algo me hubiera abandonado, un vacío interior, el mismo vacío que siento cuando constato la falta que me haces, el puesto vacío que está en la mesa de mi existencia. Un puesto que ninguno ocupará, solo y exclusivamente tú.

 

El tímido sol quema suavemente mi piel reseca, extendiendo su sombra inexistente a mis miedos, a mis ansias, a mis preocupaciones. Nubes de puro algodón se interponen  entre el astro rey y mi soma, dándome algo de alivio.

 

Miro a lo lejos y recuerdo que cerca se encuentra un manantial de ilusiones, donde brota el agua cristalina de los deseos más profundos, aquellos inconfesables, íntimos, profundos. Acelero el paso para llegar y poder refrescarme en sus aguas. No hay rumor alguno, ese rumor típico del agua que brota, no lo escucho… Temo, sí, temo lo peor y caigo de rodillas al constatar que mi temor se hace realidad, el manantial se ha secado, ya no existe. Al toparme con tal realidad, no puedo contener mis lágrimas, las cuales caen al torrente seco y, cual magia inaudita, el agua vuelve a brotar. Es impresionante mi  estupor ante lo ocurrido y solo puedo extender las manos en alto y agradecer.

 

Despréndome de todo lo que cubre mi cansado cuerpo y desnudo me sumerjo en esas aguas cristalinas que poco a poco se hacen  más profundas. ¿Qué cosa ha sucedido? ¿De donde brota toda esta agua? ¿Cuál es su extraño proceder? Cierro mis ojos, me sumerjo en el agua y dejo de preguntarme. Esa manía de preguntar todo y de tener siempre certezas, seguridades. Me sumerjo y basta.

 

Peces de mi colores me acompañan en mi sumergir. Cuánto silencio y paz en estas aguas, en este manantial que sigilosamente recorre un camino inédito que lo porta al mar…. ¡Ah… el mar!…. Aquella profundidad, aquella serenidad, aquella intensidad… Dejándome llevar me doy cuenta que soy parte del agua, no soy cuerpo, solo agua que se funde, se confunde, alegre me doy cuenta que el mar eres tú, un mar inmenso y eterno, me disuelvo en ti….finalmente mi ansiada libertad y así me pierdo para siempre en el horizonte inmenso…. inmenso…. inmenso.