la negra rodriguez

ECOS DEL PASADO (CUARTA PARTE)

EL VALLE SAGRADO  ( SEGUNDO DÍA)


¿Cómo poder explicar, el cúmulo de sensaciones que produce  saberse en el lugar preciso, donde la historia se nos revela con ansias de entrega, es como el encuentro amoroso esperado, es como encontrar la llave para entrar al lugar donde nos hallaremos con seres universales, únicos y grandes,  con ellos,  saboreando el pasado. Pensar que  esos caminos fueron recorridos  por esos personajes que solo conocíamos y admirábamos en los libros de historia.

El vehículo que nos conducía, iba por caminos  zigzagueantes  rodeado de  una vegetación  típica de las alturas andinas ,  donde se produce desde tiempos  históricos el mejor grano de maíz; una  gran variedad  de papas,  de quinua y otros vegetales contempladores  testimoniales de la cultura incaica y pre-incaica, ya no se sentía el frío de la tarde anterior, el clima es  hermoso en el  “El valle del Urubamba”.

 

PISAQ

(Serénate alma mía, aquieta, tus ansias…)


Por un senderito al filo de la montaña,

 por el lado derecho, la roca viva

 y por el izquierdo la hermosa visión

del  “Valle Sagrado”.

 Al compás  de los pasos,

 el pecho, el alma se agitaban.

 Esa necesidad de encontrarnos

 con lo   esperado desde siempre;

esas ansias, apresurando los pasos.

De pronto, en un  quiebre  de la ladera,

 cuando el  angosto camino gira  a la derecha,

  en un inesperado momento,

 aparece ante los ojos, el espectáculo maravilloso

 de los andenes de PISAQ .

Es cuando,  la voz enmudece,

Se siente  un nudo en la garganta y

 solo gemidos se puede emanar, 

y los ojos maravillados se inundan de lágrimas.

 Pensé en ti, hermana, 

que desde algún lugar de tu eternidad

me contemplas sonriente;

pensé en ti, poeta andino,

 que amas a tu tierra como ninguno.

Las lágrimas de añoranza por ustedes

Y por los tiempos ahí estacionados

 llamándonos desde la historia

Por el gran constructor Pachacútec *

Que acaricia el recuerdo admirable

Se mezclan con el rocío de los andes.

PISAC, con sus grandes torreones

 en lo más alto de sus montañas,

PISAC, donde, desde un senderito 

frente a un precipicio

 podemos escuchar nuestro propio eco

 confundido con los ecos del viento

 y los ecos de las voces ancestrales.

 Con sus piedras  talladas con gran armonía,

para hacer los muros y los altares

para honrar a sus dioses.

 ¡PISAQ, el alma te recuerda emocionada!