jesusmoreno

Prisionera

 

I

Olivia nunca había conocido el amor, ¿Que era ese sentimiento que entontecía al mas perspicaz y por que nunca le había abordado? siempre se lo preguntaba, y jamás obtenía ninguna respuesta.

\"tal vez estoy esperando a la persona correcta\", (pensó). Aunque no creia encontrarla en Cañadas, nadie con suficiente intelecto decidía vivir en este pueblo aquel que cruzaba el portal de la salida no volvía jamás, ¿será que en el exilio se encuentra algo mejor esperando? Se cuestiono.

No podría afirmarlo, así como tampoco negarlo, nadie volvió para contarlo. Era casi como afirmar que existía vida después de la muerte aquel que salía de Cañadas moría y se preparaba a reencarnar a mejor vida muy lejos de allí o quizás no tan lejos. Nunca se escucho decir que algún habitante de Cañadas se hubiese hecho famoso, opulento o poderoso, tampoco el periódico local publico en primera plana como primicia la grandiosidad de algunos de sus pobladores en otras ciudades, todo siempre formo parte de un misterio entre los habitantes de Cañadas que día tras día suponían terribles destinos a los incautos que decidieron abandonar el pueblo, “los cobardes” así les llamaban. Merecidos tenían sus destinos miserables, murmuraban casi siempre, terrible destino que según ellos le era devenidos por el abandonar tierra y familia por placeres banales, incitados por los hombres de paso que contaban lo excitante de vivir en las magnas ciudades.

recordaba a Alejandro: salió esa madrugada, lo vio mientras se alejaba por el camino real y nunca regreso, ninguna carta, ni una llamada y ahora ya fallecida la ultima persona de su familia, su madre, no tendría nada que lo atara a este pueblo muerto y sin oportunidades.

\"El nunca aviso a su madre que se iría, lo se por que de haberlo hecho, no hubiese muerto sentada en el portal de su casa avistando a lo lejos por el camino la figura de su pequeño hijo, que deseaba volviese a sus brazos. Pobre anciana el corazón se le quebró en mil pedazos. Murió de dolor. Era la única mujer del pueblo que frecuentaba la taberna ahogaba sus preocupaciones en el alcohol apuesto que prefería estar muerta, su único motivo de vivir era ver a su hijo llegar a su puerta\".

una lagrima surco la mejilla de Olivia.

Yacía indiferente en el balcón de su casa contemplaba el agonizante sol, cayendo entre las montañas. Difumando las nubes con un recio color rojizo lleno de mucha pasión. Su mente creaba utopías, solo quimeras.

¿A un día de verano compararte? Más hermosura y suavidad posees. Tiembla el brote de mayo bajo el viento y el estío no dura casi nada. A veces demasiado brilla el ojo solar y otras su tez de oro se apaga; toda belleza alguna vez declina, ajada por la suerte o por el tiempo.
  recordaba los poemas que Alejandro le dedicaba en los ratos libros despues del liceo y del trabajo. —Cuanto le extraño.

II

Olivia decide morir

Si bien irse de Cañadas era como morir, la madrugada del veintiocho de abril Olivia había tomado la decisión de suicidarse; moriría y nada mas, no dejaría carta alguna, donde se explicase la decisión tan precipitada, ni tampoco una voluntad, que quisiera que cumplieran en su ausencia; simplemente moriría ese día. Nada que pueda suceder en la vida es producto mero de la casualidad y si viajando desde tan lejos: decidió detener su auto justo en mi portal, seria cosa del destino haber puesto a Santiago esa noche junto a su ventana.

 Fue hasta su gaveta tomo un par de jeans nuevos que no había usado nunca por miedo a incomodar a su padre, con una navaja los rasgó y los convirtió en unos pantaloncillos muy cortos y ajustados, cogió una camisa blanca y con un nudo dejo a la vista su esbelto abdomen, recogió sus mangas hasta los codos, limpio sus botines marrones, los arrojo en la pequeña maleta, debido a que si los calzaba el ruido de los altos tacones despertarían a su inquieta madre. Junto con los botines empaco su pantaloncillo dos camisas y los cigarros que permanecían debajo del jergón. — Estoy lista, murmuro, al salir de su habitación se vio frente a frente consigo misma, el largo espejo aun lado de la puerta, que durante años le vio crecer, llorar reír y fingir que todo estaría bien hoy le veía partir  y mientras cepillaba su cabello cien veces como era su costumbre hacerlo cada día, se detuvo a contemplar su semblante: actualmente reflejaba algo muy distinto en ella, su imperiosa seguridad la colocaba en un alto monte de donde no quería volver a bajar, como la cabra que domina los peligrosos riscos y escapa de sus depredadores. Ya desde hoy su felicidad dependería solo de ella, nunca de segundos ni de terceros, sujeto con fuerza el crucifijo que colgaba en su cuello lo tenía desde que era una pequeña infante  y había forjado en ella una marca de sumisión. ¡Ya no mas! no se sentiría mas así; Su reciente rebeldía sobrepasaba todo, incluso lo divino lo arranco de un tirón y lo guardo en su bolsillo pensó que en algún momento le serviría, le podría vender o empeñar y conseguiría algo de dinero, a fin de cuentas es oro.

Camino unos cuantos pasos a través del pasillo, le aprecio interminable, parecía que se alargara, ¿Cómo seria estar ebria? Se pregunto.

— cuantos recuerdos, Querido Alejandro después de esa noche ¡cuanta falta me has hecho! suspiro agregando, te odio por no haberme llevado contigo.

Se dirigió directo hasta la habitación de sus padres, les vería por última vez; cuanto les amaba pero cuanto les odiaba al mismo tiempo. Comenzaba a temer por sus vidas, no pasarían unos cuantos meses para que sus tribulaciones se acrecentaran y su depresión le llevara a la locura, de seguro bajaría un madrugada como esta. iría directo hasta el armario donde su padre resguarda las escopetas, con un hacha abriría la cerradura, tomaría el arma, ya cargada días atrás se dirigiría hasta la habitación de sus padres efectuaría la primera carga contra su madre no podría hacerlo mientras ella le mirase, luego de que el ruido despertara al viejo junto a ella, despavorido y asustado en medio de la agonía de su esposa, suplicaría una explicación y luego pediría perdón por fuese cual fuese su pecado y la causa que dirigía una decisión tan sanguinaria y precipitada, en contra suya. Continuaría en primera a mirarle directo a sus ojos y hacerle sentir el fulgor, el odio y el coraje que transitaba por sus venas. Acto de seguido. Una carga de la escopeta directo en el corazón de su padre y también en el de ella, — seria difícil vivir con una culpa así no podría continuar, pensó. Siempre sentiré la mirada de mi madre en los rincones de cada lugar y el llanto de mi hermano huérfano me perseguiría el resto de mis días.

Debo irme será lo mejor abajo esta Santiago preparado para irse, me iré con El, el es mi Jesucristo, mi salvador.