Alberto Montes de Oca

EL DÍA QUE TE CONOCÍ.

Era un miércoles por la mañana cuando te vi por primera vez, al verte suspiré y contigo soñé, fue un sueño hermoso, pues sólo habitaba un alma en él... Y si bien de sueños no vivo, soñando vivo contigo, pues sólo en sueños se me concede estar a tu lado.

     Pero, al fin y al cabo, era un sueño, tenía que despertar y así fue. Quise que fuese realidad la fantasía, pero no se me concedió... El abismo que existe entre los dos sigue tan grande como el día que aquel poema te di, pero claro, de forma anónima, ¿Y eso por qué? Pues por miedo, ¿Por qué más?

     Dime que te gustó y que quieres que te escriba más, ¡Dímelo! Y entonces lo haré, pero claro, primero te daré las que, inspirado en aquel sueño he escrito para ti, y así, quizá logre hacer que te enamores de mí y que estemos juntos al fin. De ser así, yo te haré la mujer más feliz hasta el día que Dios quiera.

     Lo único que pido por ahora, es que me brindes la oportunidad de conocerme y que mientras lo haces, me regales una sonrisa que salga de tu alma y entre en la mía y sirva como elixir para que mi pensamiento, mi sentir, mi boca y mis manos, que es todo con lo que me expreso en este mundo, sigan vivos para decirte lo mucho que te quiero y necesito. Moldéame a tu modo, como quieras que sea, dime qué quieres que haga y lo haré...

     Debes saber que, al decirte esto, hice un salto de fe, pues ahora sabes quién soy, sabes cómo siento y cómo pienso... Salté al abismo que hay entre tú y yo y sólo tú me puedes salvar de caer, pero hazlo solamente si así lo deseas, de lo contrario, déjame caer, déjame caer sin sentimiento alguno de culpa, pues estaré cayendo por mi propia mano, lo habré hecho con conocimiento  de las posibles consecuencias y porque no tuve miedo de volver a sentir, lo habré hecho por ti...

     Aún recuerdo el primer día en que dvisé el tesoro de tu alma, y, auqnue desde lejos, me pareció hermoso, fue entonces que me perdí en tu mirar y aunque quise hablar, no pude, me dejaste mudo sólo con mirarme, no supe qué hacer...

     Fue entonces que comprendí que los corazones de las personas están hecho de gas y que sólo esperan que alguien lo comprima y lo caliente para poder comenzar a brillar, igual que una estrella... Y tú, lo has logrado con el mío... Déjame hacerlo con el tuyo...


El Poeta Sentimental.