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LA NUBE DEL CONEJO


\"Siento miedo de mi mismo de mi imagen siento miedo y queriendo desarmarla me doy a mi mismo un beso\" Juan Ramón Jimenez


Por la senda de Midnight Way cruza el espantajo de ojos tristes; Montado en su carromato de dormidos tormentos avanza solapadamente hacia el hogar de Melpómene. Su mente valupeada por la insania argentea escabrosamente en los conciertos de un destino, tal como la negra arboleda esconde la realidad. ha sido incrustado en el grito de las madres tan degradante, tan justificado. ha sido venerado por sus cardenales vestidos de simetría. Y con los detalles de un antiguo visionario, nuestro ser, tan cohibido y perverso, tan majo y demente; Desafía ácidamente al elefante marcial, el que agoniza en las tablas de este piso mirriado. Ciudadanos, todos juntos, se condenan en celebraciones castoriles graves, gordas e incipientes, donde el negocio de perder la cordura está de moda; En tanto que a Espantajo la razón le rueda como flecha morada, de tanta muerte. En una hoguera se queman sus miradas y pisadas, sus constelaciones sus hechizos sus divinos estruendos de sepulturero. \"Tanto estruendo y sus rodillas siguen ahí\", habla una rosa de infinita expresión. No es capaz de reconocer su condición de animal nihilista, pero Espantajo se encuentra listo para la contienda. ¡Listo! con cuerdas y esqueletos. ¡Listo! con ramas y sonidos. Tras la concepción de sus amigables endriagos sucumbe en el universo de maullidos ateridos, se revuelcas en las lechuzas surrealistas, se deja triturar por el humo compasivo que viene seguido de reyes petulantes. Espantajo ríe y llora, pero no piensa sólo actúa. \"Y ¿a esta velocidad matutina? ¿Quién no lo haría?\" Se cuestiona ardorosamente.