kavanarudén

La ignorancia del \"sabio\"




En mi vida de docente me he encontrado con una realidad que yo llamo: la ignorancia del \"sabio\".


¿Qué significa esta paradoja?


Ayer me encontraba en una conferencia sobre la misericordia de Dios.


El primer ponente, según mi humilde parecer, hizo una ponencia magistral, en la cual hacia referencia a que el “miedo” aleja la confianza y eso es lo que provoca el sufrimiento en el ser humano. Jesús, en su discurso, siempre insiste a sus discípulos en no tener temor. De confiar: miren las bestias del campo……


Detrás de mi, (sentados en la fila posterior), estaban dos colegas, los cuales, sin ningún reparo, criticaban negativamente y en voz alta al conferencista. Resumiendo \"tal ignorante osadía\", decían que era un lenguaje banal, para un retiro espiritual y no para la altura de una conferencia universitaria laica. Me volteé y mirándolos le dije: si no les gusta, si no están de acuerdo, ya se puede ir, pero, por favor, no molesten a los que estamos interesados en el tema. Tengo que hacer presente que en dicha conferencia estaban presentes los alumnos de la universidad.


Una mirada fulminante sentí verso de mí.


Después me habrán hecho pedazos. Me habrán descuartizado con sus lenguas mordaces. Allá ellos con su conciencia.


Ignorancia del sabio catalogo al “sabio”, al “profesor”, a mi colega que piensa de saberlo todo y que se niega al “confronto”. Que en el fondo le corroe la envidia de que otro pueda tener otro punto de vista y lo exprese. Para ser un verdadero pedagogo es necesario mucha humildad.

Saber que lo primero que enseña es el “ser”, del pedagogo, lo segundo es el “hacer” y por último el “decir” y no el contrario. Muchas veces nuestro “decir” va en contra de lo que somos. Nuestros queridos alumnos esto lo captan al vuelo.


Pútridos y hediondos son aquellos que se dicen pedagogos y solo buscan en su vida fama y honor. Sobresalir aplastando a los demás. Creedores de poseer toda la verdad. Pobres creaturas que deambulan destilando veneno puro, a través de sus enconados dientes.


Líbrame Señor de considerarme mejor que los demás. Poseedor de la verdad absoluta.

De no ponerme en confronto con el otro.

De creerme superior a los demás por un titulo, por un doctorado, por una profesión.


Concédeme la muerte eterna, mi Señor, antes de ofender al inocente, al débil, al alumno en su sed de aprender.