La vida y muerte se truncan en batallas de aspecto carnavalesco, el amor que lleva flores y balas en su boca es grillete de cualquier modo; la mordacidad veras en que forjasen los sedientos, corazones rompecabezas que fueron vírgenes de tono, mancharon pieza por pieza en episodios sin posibles parentescos. Tan relativo como la vida fue su ruleta, tan merecido fue el vericueto y el amor se desgarra de primaveras burlescas.
Sucumbe la gloria con el mentón apuntando el cielo, sobre mar de sangre perfumada, al tacto del nutrido lecho convive la estirpe sabandija y la estupidez, llegan fantasmas navíos con las voces de viejos senos, desembarcan festividades y arandelas, llueven brasas del poder que los condena, amores al suicidio se clavan de sus colmenas y en sus mieles resucitan; utopías con aspectos de estructuras a sus semejanzas creadores y designados son los rostros y portad entados estigmas y placerse la victoria nueva…
Que injurioso irrumpe el sueño, como si fuera el dueño en su mítica razón, para empobrecer la vida sobre gentiles dolores y adormecer la fatiga de los viles soñadores.
Caminar con Caronte en la espalda y apolo en la frente, la creación es insurgente si te asechan las mordazas, y todo, un quetzal de alas rotas y vista corta. Pero, ¿cuán costosa es la ignorancia? Que ni siquiera se conceden titulares y aun peor es que a la creatividad sus pétalos le arrancan. Placer de laberintos, verdugo del alma que la piel desgarra.
La flor que huele a fango en su basural se perfuma, danzando sobre la mierda la mona se viste de seda, pues de querernos poco o no querernos tanto, que parezca pantomima cualquier buscada tragedia.