Oscar Perez

Viene abril

Viene abril

 

Viene abril, viene el agua dorada del otoño,

el párpado de luz en la ciudad que ya atardece

y la mano que busca otra mano que la entibie

y el ave del amor cuya llamada es la neblina.

El viento arrastra nubes y secretos ancestrales,

la hojarasca enloquecida baila al borde del abismo,

los hijos del ayer ya se desprenden de los árboles

y, vueltos simples hojas, caen y caen sobre las tinieblas.

Empieza a recordar la lluvia su aposento,

la rítmica gotera entre los huesos de la casa,

la cera de los días cuya vela se derrite

entre las manos de la noche, fantasmagórica y callada.

Viene ese abril que nos refresca las sonrisas,

que apega al corazón las escafandras del silencio

y escruta en las miradas el fogón de los recuerdos.

¿Cómo te va, nos dice, cómo duermes,

es cierto que en tu hogar falta una hoguera,

una bufanda en tu canción, un simple nombre en tus entrañas?

¿Es cierto el lagrimón con que te acercas a las nubes,

el lánguido reloj de tus dormidas ilusiones,

la bella condición de tu paraguas en la lluvia

buscando un porvenir que ya regresa en la llovizna?

Este es abril, no temas recibirlo,

dale una manzana cuando parta a las escuelas,

un sábado en tu piel, una cornisa para el gato

que la melancolía hace hurguetear en los rincones.

Dale la rosa que de todos modos pierdes,

los pétalos que el libro del amor puede guardarte,

la sombra del color, que en pleno otoño viste de oro

y en plena libertad se va contigo a todas partes.

Viene abril, no queda más que celebrarlo,

estrecha ya la mano de sus semillas y su rostro,

la fiesta viene ya con vendavales y tormentas

y el mutuo conquistar desde ahora un nuevo cielo.

Yo soy abril nos dice, tú debes recibirlo,

y en la ciudad los dos caminan con la verdad soplando al viento.

 

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02 04 14