Raúl Daniel

Mi Mujer

Mi Mujer

 

Me gusta imaginarte,

y no me niego el hacerlo,

y aunque suelo verte a veces,

mi mente juega con el recuerdo

...¡de cómo eras!

 

Todos los días, y, cómo un ejercicio

que esto fuera, lo practico:

converso contigo, y hasta te explico

razones, esperando tu juicio.

 

¿Será que aún me hallo cuerdo?...

tú has cambiado mucho, y aún te he visto,

con más años cargada; y hasta hijos,

que aunque no míos: ¡eran tu destino!

 

Yo no logré amar a otra mujer

y, aunque después de ti he tenido varias,

he aprendido que es cosa necesaria,

que para amar: ¡también hay que querer!

 

Yo quiero amarte a ti, todos lo saben,

tú lo sabes, y yo también lo sé;

así que lo hago, por más que esto me enferma,

y a mi manera: ¡te tengo, ya lo ves!

 

Ésa que eras cuando conmigo estabas,

y que dejaste con el tiempo de ser,

conmigo habla, en casa se pasea,

quedó conmigo, y cuando tú te fuiste,

te fuiste otra, pero ella no se fue.

 

Ella me amaba, y muy feliz me daba

su cuerpo y alma, y me era fiel;

era alegre, no estaba arrugada,

joven y hermosa, y toda una mujer.

 

Nunca se fue, no podría hacerlo,

la amé con fuerzas, todo se lo di;

eres distinta persona, tú, ahora:

cuándo saludas, ¡pasando junto a mí!

 

Tú estás conmigo, se fue sólo tu cuerpo;

abandonarme, jamás has de poder;

y mientras tenga mi mente tu recuerdo:

mi esposa eres, mi amante, ¡mi mujer!