Ramirez Adrian

Deluxe réquiem again


Era muy sencillo, realmente muy sencillo
respirar sin tener pulmones, 
verte a parpados cerrados,
y oírte como una sirena enferma 
de esas que suenan entre cortadas y tartamudas. 
Me sentía cómodo, a pesar de los murmullos,
las voces sollozas, y el tenue repique de tus aguas
en mis fuertes sabanas de roble formidable. 
Era la mejor madera del recinto
por eso podía sonreír 
sin ninguna expresión facial que te alarmara. 
No obstante, me molestaba tu vestido negro
y tu velo como de quien viuda se queda. 
No era así como te quería ver, y lo sabías
pero cómo evitarlo, eras una mujer joven,
muy dulce, con la cara apacible, de melocotón o fresa, 
de esas que no alzan la voz cuando estornudan
de esas que no gimen como locas al momento de hacer el amor,
sino de las que lloran por una felicidad involuntaria. 
Sé que me amabas, eso lo sé
pero se hacía tarde, y los excavadores habían hecho muy bien su trabajo. 
No demoraron mucho; mi traje valía más
que el alboroto que formabas en el pasillo. 
No debiste seguirme, la casa era lo siguiente.
Pero eras terca, muy terca, y me seguiste a pesar de todo
para entregarme un trozo de tu cabello rojo
en falta de una rosa entre mis caudales.