Raúl Daniel

Se fueron a vivir a otros lugares

Se fueron a vivir a otros lugares

 

Se fueron a vivir a otros lugares,

los corrieron, el hambre, la miseria, los tiranos;

los que se quedaron aprendieron a vivir sin ideales,

los que se fueron, los abandonaron.

 

No importa tanto si son paraguayos, argentinos,

uruguayos, son latinos, sud o centroamericanos,

no me importa tanto, son mis hermanos, los extraño.

Algunos desaparecieron, los que no,

tuvieron que adquirir otros valores,

hablo de los que se fueron, y de los que se quedaron.

 

Han pasado algunos años,

y, hasta las emociones cambiaron,

ya no quita las lágrimas un niño mendigando,

sino el gol que en un “mundial”,

convierte un profesional, (aunque sea con la mano).

 

Los que se fueron a países extraños

debieron abstenerse de hacer comentarios,

y conformarse con el asilo del materialismo,

y con algunas cartas, (que se fueron espaciando).

 

Pagaron el más duro precio por seguir: el conformismo,

y, finalmente, volverse pragmáticos y cínicos.

La vida ahora les pasa como una película

en la que no son protagonistas, sino espectadores alucinados

que, impotentes, mastican en sus cómodas butacas,

junto a sabrosas papas, el silencio debido.

 

Los que se quedaron se acostumbraron a aplaudir,

y conformaron con emborrachar sus cabezas,

(tampoco importa si con vino o con cerveza),

hijos, mujer, mal pagadas labores que,

oportunamente enriquecen a los de siempre,

a los poderosos que se ponen el traje democrático

cuando les conviene.

 

Y se entretienen con los nuevos electrodomésticos

o con el último látigo inventado: celulares de sistema prepago,

(paga primero el esclavo, luego recién habla),

habla o “mensajea”, sí, pero cada vez

le cuesta más ir al mercado.

 

Nadie quiere enseñar los ideales,

no se animan los maestros;

es que se fueron los que eran valientes,

y quedaron solamente los cobardes.

 

Y todos, al final aprendieron a vivir sin ideales,

y nadie se conmueve, ni por los niños de la calle,

ni por los ancianos de la calle,

ni por los adultos de la calle,

ni por los enfermos pobres,

y, el único valor que vale es el “valor agregado”,

que paga impuesto, por supuesto,

y que termina aumentando las riquezas de unos cuántos.

 

Se fueron a vivir a otros lugares:

¡los valores y los ideales!