ALFREDO

TRUJILLO

Trujillo, tierra gallarda de hechos nobles,
antorcha fulgurante de La Libertad,
de cimientos fuertes como robles,
es lo que veo en esta gran ciudad.

Te escribe el hijo que adoptaste,
el impávido muchacho de rostro silente
un novato poeta, un gandul adolescente,
un soñador empedernido que quiere agradecerte.

En tus pies contemplo Huanchaco y Chan-Chan
en tus brazos trabajo y afán
de un pueblo laborioso y henchido de orgullo
por el pedazo de patria que es suyo.

El duro concreto desplaza a tu madera colonial,
aun así no pierdes la clase de ciudad virreinal,
bailas con garbo la elegante marinera,
eres un Edén de flores, capital de la primavera.

En tu plaza de armas hay un grisáceo monumento
que parece estará ahí por un tiempo perpetuo,
estatua como tú: con brío y con donaire,
eres la cuna de mi gran amigo Andonaire.

Tienes la finura y la gracia de Paris,
lujosas casonas como las hay en Madrid,
eres la más bella del norte del país,
rica y dulce como el zumo de la vid.

Yo seré uno mas de los que te han escrito y homenajeado,
te escribo estos versos en nombre de mi familia y la gente
que en tu suelo vastos muros han levantado,
trujillanos cuyo amor por ti, en su corazón esta inmanente.