Yadira Murta

Ochentona

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Incorporaba el siglo

 

suspensa  y sublevada.

 

Amaba o había amado,

 

había arropado algún nenito,

 

sabía batallar a contratiempo.

 

Carne seca, ojos al fondo ,

 

mugre entre sus dedos

 

y ahí estaba: esa palabra nonata 

 

que le dislocaba el entrecejo.

 

 

 

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