Me muero de ansias 
por viajar a mi infancia 
y volver a ver a Karina, 
mi dulce vecina, 
mi eterna hada madrina. 
Karina, mi dulce vecina, 
tenía una casa con una inmensa piscina, 
rodeada de cesped, flores y arena, 
para jugar y nadar con alguna sirena. 
Recuerdo la cocina de karina, 
y la particularidad de las personas invitadas: 
brujas, magos y caballeros con espadas. 
Karina, mi dulce vecina, 
me decia que en la cima 
de una de las lejanas colinas, 
que se encuentran en nuestra ciudad, 
habia un pintoresco castillo 
habitado por un misterioso grillo. 
Karina, mi dulce vecina, 
sentía pasión por los animales mitólógicos, 
y por eso ha sido lógico, 
y le he dado la razón, 
que haya adoptado a un pequeño dragón. 
Karina, mi dulce vecina, 
jamás permitió que se me arrojaran encima 
aquellos monstruos malvados y despiadados 
que de mis pesadillas han escapado. 
Una tarde de oscuridad, 
Karina se marchó de la vecindad, 
y no volví a verla jamás, 
pero mi corazón tiene la certeza 
que hoy forma parte de alguna realeza. 
Y transformada en una bella princesa, 
le sonríe con ternura y emoción 
a su querida mascota el dragón. 
Me muero de ansias 
por regresar a mi infancia 
y volver a ver a Karina, 
mi dulce vecina, 
mi eterna hada madrina.