Danie Dadourian

El amor de un terco – sonetos dactílicos o de gaita gallega.

 

El amor de un terco


I
He preguntado a los dioses paganos,

mudas figuras de fango con greda:

¿dónde reside tu cutis de seda?,

¿cómo encontrar los confines arcanos?,

íntimos tules de sueños lejanos…,

¿dónde buscar a la efigie de Teda?

Nunca nombraron al cáliz que hospeda,

sol que ilumina los suelos profanos,

luz de los ojos del cielo, alborada

diurna con nimbos colmados de fruta

dúctil y miel de colmena almendrada;

nunca indicaron que el goce y su ruta

pasan de frente en mi ciega mirada;

yo no veía tu flor impoluta.


II
Yo no creía en la flor del capullo,

canto de Venus, poesía famosa;

siempre codicie beber su pomposa

pócima, néctar de un mar con marullo.

Pero un palurdo sentir y su orgullo

asgo el polvillo feraz de la rosa,

ciego me hizo al creer en la fosa

negra y vacía de dioses sin grullo.

Muchos caminos surqué derrumbado,

triste marché por el limbo sin verte,

yo pretendía tu cuerpo soñado,

ella danzaba en la lágrima inerte,

muerta en el alba de un Sol alabado.

¡Fui un grosero por no comprenderte!