Raúl Daniel

¿Pobre o rico?

(La respuesta para Alfredo) 

 

Tu pregunta me ha gustado,

estimado amigo Alfredo,

pero verás que no puedo

contestar completamente,

aunque también es prudente

escuchar a los ancianos,

pues ya nadie habla en vano

cuando se acerca la muerte.

 

Yo también tuve la dicha

de que nada me faltara,

familia, negocios, casa,

en abundante quehacer;

te hubieran gustado ver

¡la plata que yo veía

y el banquete que tenía

a la hora de comer!

 

¡Cosa de todos los días,

tanta felicidad, creía,

que jamás acabaría!;

pero sucedió una cosa,

que tal vez no quieras creer,

fue por mi propia mujer,

que todo esto terminó…

¡la pucha que lo tiró!

 

Entonces, ahora te digo:

sé el tener y el no tener,

y aunque no seas bandido,

ni te engañe tu mujer,

si los dos no están de acuerdo,

si no se piensa lo mismo,

se cava un inmenso abismo,

¡donde se funde hasta el perro!

 

Y, entonces, con propiedad,

que me da mi experiencia,

también un poco de ciencia

de tantos libros leídos,

pero aún más las vivencias

de otros, que pude escrutar,

es que voy a contestar

tu gran pregunta, amigo.

 

Después de tanta abundancia

andaba atrás de los cobres,

casi, como un mendigo,

y me preguntas con ansias:

que si es mejor el ser pobre

o si es mejor el ser rico.

¡Ay!, ¡vaya que sí me tomas

un poco desprevenido!

 

Pero ha llegado el momento

de contestar tu pregunta;

ser pobre a nadie le gusta

y no creo que sea mejor,

pero no el mucho dinero

hará que seas un señor,

y abundan hijos de pu…

¡que se hacen llamar “doctor”!

 

El rico no sabe nunca

si le mienten en el amor,

si es sincera una caricia,

un abrazo… un “te quiero”,

¡o una manera astuta

de quitarle su dinero!:

su mujer y sus parientes,

sus hijos ¡y el mundo entero!

 

Y aparte de la codicia

está la inseguridad…

porque ellos viven temiendo,

robos, asaltos, secuestros,

y otro montón de males,

para los que no son remedio,

policías ni gobierno,

curanderos ni hospitales.

 

Si es un poco inteligente

y no se hace delincuente,

el pobre, y ama el trabajo,

no estará tampoco abajo,

y se la podrá arreglar,

y nada le va a faltar;

ser pobre no es tan malo,

¡cuando no se es haragán!

 

El rey David le pedía

a Dios (está en un salmo),

que si le faltara algo,

se lo pudiera alcanzar,

que no lo hiciera muy pobre

para que no maldijera,

pero tampoco le diera

lo que es innecesario…

 

No sea que se volviera

malo y se envaneciera…

Al rey David conocemos

como longevo y muy sabio.

Alfredo, estimado amigo,

hasta aquí nomás te digo,

que si eres bien entendido

¡ya más no es necesario!